Oscura como el ébano, la noche
se postra ante nuestros ojos
y nos cubre bajo su grueso manto.
Y tú, valiente como un noble roble, cuyo olor recuerda al brezo ejerces control a tu antojo sobre la tiranía del silencio por la Belladona..., impuesto.
Te ofrezco esta semilla de durazno por tu coraje y dominio; por ser Flor de Lis (Nomeolvides)
y sanar mis cicatrices. No espero de ti una piña del trópico, pues soy un anhelí blanco: conforme con un rancio apio. feliz con un triste y feo beleño.
Pese a todo, yo sigo al pie del cañón resistiendo en el Cedro
y saboreando el fruto negro de los obstáculos vencidos. Luchando contra las sombras y espectros, sin miedo alguno al Ciprés,
Y tú, valiente como un noble roble, cuyo olor recuerda al brezo ejerces control a tu antojo sobre la tiranía del silencio por la Belladona..., impuesto.
Te ofrezco esta semilla de durazno por tu coraje y dominio; por ser Flor de Lis (Nomeolvides)
y sanar mis cicatrices. No espero de ti una piña del trópico, pues soy un anhelí blanco: conforme con un rancio apio. feliz con un triste y feo beleño.
Pese a todo, yo sigo al pie del cañón resistiendo en el Cedro
y saboreando el fruto negro de los obstáculos vencidos. Luchando contra las sombras y espectros, sin miedo alguno al Ciprés,
si con ello consigo una dracena
y con ella mi consuelo.
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