Hoy quise compartir(me) en este rinconcito (más mío y para mí, que vuestro) uno de los poemas más sentidos de "Las aventuras perdidas", escrito por Alejandra Pizarnik. Entre la creación y la destrucción, dicen que la poesía sirve para cicatrizar. Aunque personalmente siempre pienso en los poemas como diálogos que nunca cierran, simplemente expresan la toma de contacto con nuestro dolor, con nuestros miedos. Pero la gran mayoría de las veces tampoco somos quién para repararlos, condicionados por nuestro en torno, siendo algunas veces éste la razón primera de nuestro sufrimiento; o quién colabora a que se perpetúe la herida. Considerarnos autónomos para resolver nuestros problemas interiores es una falacia, una mentira con la que sostenemos cierta cordura y la esperanza (o fe, más bien) de que podremos ver cómo cicatrizan realmente. Lo cierto es que es una forma de auto-compasión, una forma más de tirar hacia delante, aunque de alguna forma seamos conscientes que a todo cambio de "espíritu", corresponde un cambio material (y racional) previo.
En el eco de mis muertes
aún hay miedo.
¿Sabes tú del miedo?
Sé del miedo cuando digo mi nombre.
Es el miedo,
el miedo con sombrero negro
escondiendo ratas en mi sangre,
o el miedo con labios muertos
bebiendo mis deseos.
Sí. En el eco de mis muertes
aún hay miedo.
aún hay miedo.
¿Sabes tú del miedo?
Sé del miedo cuando digo mi nombre.
Es el miedo,
el miedo con sombrero negro
escondiendo ratas en mi sangre,
o el miedo con labios muertos
bebiendo mis deseos.
Sí. En el eco de mis muertes
aún hay miedo.
Alejandra Pizarnik.
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